En temas de ciudad es difícil evidenciar ciertas conceptualizaciones que parecen no tener relación con la ciencia del urbanismo, me ha pasado en varias ocasiones cuando tengo el atrevimiento de hablar sobre “ciudades machistas” por suerte existe el “urbanismo feminista”, un concepto que han acuñado con años de experiencia, análisis, observación y participación el Colectivo Punt 6 / de Cataluña [http://www.punt6.org/es/inicio-2] quienes incluso han publicado el libro Urbanismo Feminista con una serie de principios y valores desde una mirada femenina y feminista sobre los espacios públicos y la manera en la que las ciudades han sido diseñadas.
Bajo el supuesto de que las ciudades están diseñadas para todas y todos, hemos asimilado de manera bastante inconsciente las propuestas que por años han sido planteadas por el gremio de arquitectos, urbanistas y planificadores, que en su gran mayoría está conformado por hombres que superan a las mujeres profesionales no solamente en número si no principalmente en la toma de decisiones, porque son ellos predominantemente, quienes ocupan los puestos ejecutivos y de poder.
Más allá del tema de género, me parece importante ahondar en una realidad que por evidente se nos pasa por alto y es el hecho de que existen, en la ciudad y en todo constructo social, diferentes necesidades, no solamente en temas de género sino también en otros asuntos como necesidades diferentes de movilidad, edad, identidad, cultura y otras que han quedado negadas o invisibilizadas por una sociedad patriarcal que ha impuesto sin mayor oposición una manera de funcionar que responde más a las necesidades de los hombres y muy poco a las de las mujeres.
Este asunto es fácil de evidenciar cuando observamos que las mujeres son quienes más usan la ciudad y son quienes más deben usar el transporte público o deben caminar por las calles debido a los diferentes roles que deben cumplir como madres, cuidadoras, profesionales etc. Sus trayectos y desplazamientos en la ciudad no se limitan de ir de la casa a la oficina y de la oficina a la casa, que es básicamente el recorrido de los hombres. No, las mujeres vamos de la casa, al colegio, del colegio a la oficina, de la oficina al supermercado, a la farmacia a la casa de los padres y esto hablando desde la perspectiva del privilegio, pues la gran mayoría de mujeres debe asumir todavía más obligaciones en su día a día.
"La ciudad es un universo hostil y agresivo para las mujeres desde su conceptualización de diseño ..."
Sin embargo las ciudades actuales, sobre todo en América Latina, están diseñadas para dar preeminencia al vehículo privado, particularmente en Guatemala, las grandes inversiones se hacen para financiar infraestructura vial, grandes pasos a desnivel aparecen por toda la ciudad, no aparecen en cambio más parques ni más plazas, no se mejoran o incluso no se construyen banquetas para caminar, no se iluminan las calles ni se instalan pasos peatonales, ni hablar de construir ciclovías conectadas y eficientes para pensar en desplazarse en bicicleta. La ciudad es un universo hostil y agresivo para las mujeres desde su conceptualización de diseño y más todavía cuando a estos rezagos urbanos se les suma el acoso callejero y el riesgo real de ser víctimas de violencia solo por el hecho de ser mujeres.
Pero tenemos la oportunidad de revertir esta realidad, no promoviendo una confrontación entre hombres y mujeres sino más bien ganando espacios de participación desde una perspectiva más inclusiva y holística que represente de manera más genuina las necesidades y las formas de habitar que las mujeres requieren y que curiosamente, no se contraponen a las de los hombres sino que las completan y amplían en la creación de una ciudad en la que se pueda vivir mejor, tanto hombres como mujeres, tanto niños como ancianos.
Las chicas del Colectivo Punto 6 nos facilitan la tarea definiendo esta ciudad feminista a través de cinco claves, que me permito ampliar y definir aquí:
1. Proximidad, que permita crear la “Ciudad de los 15 minutos” un concepto muy de moda en estos días de pandemia, que básicamente plantea la creación de ciudades compactas en las que podamos suplir nuestras necesidades de equipamientos y servicios en una distancia caminable en un trayecto que no requiera más de un cuarto de hora a pie.
2. Diversidad, una ciudad de usos mixtos en los que podamos vivir, trabajar, comprar, divertirnos y desplazarnos a través de diferentes opciones de equipamientos, transporte y espacios públicos de calidad.
3. Autonomía, que la ciudad te permita usarla y recorrerla de manera fluida y eficiente sin importar la manera en que debas desplazarte, que sea accesible para todas las formas de movilidad.
4. Vitalidad, un tema muy importante que tiene que ver con la cualidad de los espacios de mantenerse vivos la mayor parte del tiempo posible, que acojan a la gente para permitir el encuentro, la sociabilidad y a través de esa vitalidad permanente generar también espacios más seguros para todos.
5. Representatividad, que tiene que ver con la posibilidad de generar espacios de participación ciudadana para que sea la comunidad la que tome parte en las decisiones a partir de las necesidades y anhelos reales de quienes son los verdaderos protagonistas y usuarios de la ciudad, las personas.
Mucho más se podría elaborar en el proceso de repensar las ciudades desde una perspectiva femenina, como por ejemplo introducir lo lúdico en la creación de espacios para que se provoque la risa y el encuentro entre niños y adultos, al final a todos nos gusta jugar.
O replantear el funcionamiento en que se diseñan los espacios privados, desde la vivienda con una conexión más directa con lo colectivo para fomentar la interacción, lo comunitario y por supuesto tener siempre presente la relación entre lo natural y lo construido promoviendo la construcción de “ciudades verdes” ambientalmente sostenibles.
Mucho que aportar a partir de esta propuesta del Urbanismo Feminista que nos da pie para pensar en construir ciudades para el buen vivir para todas y todos.
Ninotchka Matute
Día Internacional de la Mujer 2021
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