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¿Por qué usar la Bicicleta-en la ciudad de Guatemala-en tiempo de pandemia? [Vivian Díaz]

Vivian Díaz [Guatemala]



Ese es el título de la entrada, la pregunta que está divida en tres. Una gran pregunta a la que yo, usuaria frecuente de la bicicleta en la ciudad desde hace más de dos años, respondía sin titubear: “NO ES LA SOLUCIÓN” -exclamaba- “...manejar bicicleta dentro de la ciudad de Guatemala es algo que solo quieren hacer en tiempos de Covid-19 porque está de moda en países del primer mundo y no siento que me resguarde del contagio” (respuesta que me repetía desde marzo a junio 2020, ya en confinamiento).

Así contestaba muy bien mi pregunta. Respondía a cada parte de ella:

¿Por qué usar la Bicicleta? Respuesta: No, porque sólo está de moda.

¿Por qué en la ciudad de Guatemala? Respuesta: No, porque somos tercermundistas y tenemos el afán de pasar al primer mundo.

¿Por qué en tiempos de la pandemia? Respuesta: Ni loca, voy más segura dentro de mi carro.

Pasaron marzo, abril y mayo y yo seguía dando esa conclusión a tema tan popular ahora en mis redes sociales. La verdad me preocupaba la respuesta tan tajante que estaba dándole a mi pregunta. Le preguntaba a mi pareja, a mi familia, a mis amigos y a algunos expertos en las videoconferencias. Ya en posesión de la idea de que no voy a poder regresar a manejar Bicicleta a mi realidad perfecta (3 o 4 veces a la semana, tomo el bus, llego a zona 15, voy a nadar, hago algunas compras en el vecindario, saludo con el timbre de la Bicicleta a los otros deportistas, a los trabajadores, y más) sigo dándole vueltas al asunto. Al final, me resigné; desde mayo que nos toca acostumbrarnos al teletrabajo, al encierro, al sedentarismo y ya no voy a necesitar la bicicleta, lastimosamente.


"El tiempo de la pandemia es un buen momento para usar la Bicicleta en la ciudad".

A finales de julio, algo me recuerda y me hace extrañar mi Bicicleta, que ahora está aquí en casa, llenándose de hongos y humedad. Viendo una conferencia sobre urbanismo ecológico un sábado por la mañana cuando debemos ir al doctor, a unos 3 km de la casa, en carro, la veo y me recuerda los planes e ideales que me hacía montando la Bicicleta por la ciudad. Luego me recuerdo que estoy perfecta de salud, me recuerdo que la velocidad en la Bicicleta se siente diferente que, en carro, me recuerdo que es más rápido que ir caminando y menos cansado que ir corriendo. Luego me recuerdo que no hay calles adecuadas, que no hay educación vial, que me pueden acosar, o que me pueden robar la Bicicleta. Y la ilusión se esfuma.

Aunque siempre lo tenía en mente, a finales de junio, recuerdo que me comprometí a escribir sobre esto para una mujer a quien admiro, a pesar de que la conozco desde hace poco tiempo, y a quien conocí llevada por un deseo inexplicable de fortalecer mi ciudad, porque comenzaba a vivir esta ciudad al máximo. Pero hasta ahora veo las cosas un poco más claras, por eso me animé a dar respuesta a esta básica pregunta.

El tiempo de la pandemia es un buen momento para usar la Bicicleta en la ciudad. Ya está la respuesta. Los siguientes artículos serán nuevas discusiones, con nuevos escenarios y más respuestas o hasta más preguntas. ¿Por qué pienso que es esa la mejor respuesta? Lo explico a continuación, pero no quiero hacerlo sin agradecer la paciencia de mi novio, familia y amigos. Quiero agradecer a un amigo en especial, con quien compartí vecindario por 10 años, pero que no conocí hasta hace casi 3, Rodrigo Llarena, a quien le doy las gracias por alumbrarme con la respuesta tan obvia, fluida y seca que me dio. Solo la puedo mencionar más adelante para no separarnos del tema.


Bicicletas para la movilidad sostenible [Foto: N. Matute]

No es que desde el principio me haya planteado esa pregunta tan larga y compleja. Primero iba por partes: ¿Por qué usar la Bicicleta? Aprendí a manejar la Bicicleta en casa, usando la Bici chiquita que dejaron mis hermanos mayores, sin rueditas, porque para mis hermanos, usarlas a los 7 años era muy “de bebé”. Una vez aprendí a usar la Bici todos mis juegos subieron de nivel e iban a otro ritmo. Mis juegos que se configuraban en mi ciudad imaginaria ahora iban con mi estilo de vida imaginario. Despertar, ir al trabajo de maestra, ir a dejar a la muñeca bebé a la escuela, ir al mercadito, hacer la comidita de plantas y calificar las tareas de los alumnos.

Con la Bici hacía todo más rápido, mis días se alargaban y tenía más tiempo libre que usaba para hacer otras ocurrencias. Al mismo tiempo esa Bici comenzaba a demandarme otros accesorios para complementar mi estilo de vida: la canastita de enfrente para llevar a la niña, llevar el pachón de agua, llevar mi mochila en la espalda, la parrilla de atrás, incluso los “tacos” para darle “jalón” a alguien, por ejemplo. Aparte, me exigía desarrollar otras habilidades y estar más alerta como no pasar despertando o atropellar al perro peatón, no estrellarme con las macetas, bajar la cabeza debajo de la buganvilia, aprender educación vial, descubrir nuevos caminos, etc. La Bicicleta se convirtió en mi medio de transporte en esa ciudad imaginaria tan accesible que tenía en el patio.

¿Por qué en la ciudad? Esta pregunta la respondí 15 años más tarde, ya cuando era una ciudadana libre y soberana, que paga impuestos, que tiene un trabajo y que aporta al país. Hice el experimento de pasar jugando con la Bici a usarla como herramienta de transporte de bajas emisiones en la Capital Verde Iberoamericana 2019, acabada de terminar la ingeniería ambiental, sentía que la ciudad me pertenecía. Salí, claro, solo cuando logré superar todos miedos del inventario guatemalteco: miedo a que me robaran la Bicicleta, miedo al acoso por ser mujer, miedo a que no existen tantas calles o carriles exclusivos para la Bici, a que me atropellara un taxi, un carro, un bus. Los superé, y una vez superados y/o tolerados algunos de esos miedos, la Bicicleta era mi transporte matinal favorito entre el tráfico de Boulevard Vista Hermosa.


Ya programada toda mi rutina activa de bajas emisiones, quema de calorías y alineada a mis ideales biológicos y psicológicos, me sentía confiada en responder la siguiente pregunta, ahora más extendida: ¿Porque usar la Bicicleta en la ciudad de Guatemala? Respuesta: Me pareció una excelente idea, sólo el surgimiento de más y más ciclistas en la calle, será una manifestación sin mantas ni publicidad que hará que las municipalidades construyan más y más rutas para nosotros los CICLISTAS URBANOS. Así andaba yo predicando el eficiente uso de la Bicicleta y tratando de convertir a algunas personas y animándome a usar las otras ciclovías (ciclovía Avenida las Américas y la Reforma). Y así, este tema fue tomando protagonismo entre las pláticas con algunas personas a mi alrededor hasta que lo hablé con mi amigo Llarena, quien logró “Bicicletear” Santa Catarina Pinula-Boulevard Los Próceres y el de Vista Hermosa una mañana. Lo admiré por eso. Yo llevaba más Km. y tiempo recorridos que él, pero no me había atrevido a hacer tal travesía. Me sentí muy orgullosa de él.


"Me quedé helada al escuchar su respuesta y fui víctima de un silencio incómodo y revelador. "

Con la creencia de que ya estaba lista para escribir este artículo, llega el 16 de marzo: último día de mi rutina citadina; ya hay casos de covid-19 en el país, nos mandan al #quédate-en-casa. Afortunadamente mi trabajo en una ONG me permite ser flexible y con mi equipo logramos tele-trabajar y cumplir con el mandato: no salir de casa si no es necesario. Así, ya llevamos más de 90 días, y yo sin usar la Bicicleta y sin la esperanza de continuar mi perfecta rutina en la ciudad. Esa pregunta, la que ya estaba lista por responder, ahora tiene que ser actualizada y debo agregar la variable Coronavirus. ¿Por qué usar la bicicleta-en la ciudad-en tiempo de pandemia?

Ya tenía pena de no haberme puesto a escribir nada del artículo, pero ¿cómo? Si solo tenía cosas negativas que decir. No quiero usar la Bicicleta porque tengo que llevar ahora más cosas y me siento más vulnerable de contagiarme: La mascarilla, el alcohol en gel, guantes, manga larga, prácticamente todo va a estar cerrado; no hay parqueos para las Bicicletas, las ciclo vías no están conectadas, hay más gente con necesidades, un enorme crecimiento de gente menesterosa y entonces ha de haber más riesgo de violencia; me siento más protegida de que alguien estornude si voy en el carro, etc.

Trataba de encontrar la respuesta a este tema con todo aquel que encontraba en mi Computadora; con mi pareja, en conferencias virtuales, en grupos de Facebook, hasta que tuve que llevarle un mandado a Llarena y le pregunté: Vos, ¿por qué crees que la gente está presionando para que se use la bicicleta en tiempos de Covid-19, si la ciudad no ofrece ninguna facilidad (y todo lo que mencioné en las líneas de arriba)?. Y recibo su respuesta obvia, fluida y seca: “Con pandemia o sin pandemia, ya teníamos que haber andado en bicicleta por la ciudad.”

Me quedé helada al escuchar su respuesta y fui víctima de un silencio incómodo y revelador. Con mi mente sorprendida tuve que hacerle una pequeña reverencia a mi amigo (sabía que por algo era mi amigo). Yo le di la razón a Rodrigo y luego, tipo la ley de atracción, comienzo a ver más señales que refuerzan esa respuesta y la enriquecen: El uso de la Bicicleta debe promoverse, ahora, en tiempo de pandemia porque hay que aprovechar que hay menos carros circulando, las calles y carreteras son ahora más dóciles, más amigables, lo que permite extender la invitación a los usuarios y planificadores de las ciudades para que replanteen una urbe de bajas emisiones, de rutas alternas, más higiénicas, incluyentes, más eficientes. Ahora, no solo el tema de movilidad sino todas las actividades y negocios urbanos de cualquier tipo, clase, ubicación, clima o cualquier circunstancia, debe ser reconfigurado por la pandemia si se quiere sobrevivir. Además, comencé a restarle puntos al carro cuando pensé que éste representa una amenaza más grande a la propagación del virus, por las mayores distancias que se pueden recorrer con él.

Por eso, me apunto a cualquier iniciativa que plantee planes para el uso de la Bicicleta en la ciudad y las ciudades emergentes del país. ¿A qué iniciativa debo unirme?, ¿Ya existen iniciativas? ¿Quiénes están promoviendo la creación de iniciativas?, ¿Van a haber iniciativas cerca de mi casa? Espero ir encontrando más respuestas muy pronto. Cierro esta nota expresando mi felicidad por publicar este primer artículo y también dándole la bienvenida a la iniciativa de Híper Urbana, que me permite este espacio y que me ofrece la confianza de plasmar estas ideas. Qué gusto haber llegado hasta este punto de la lectura, espero que mis argumentos generen luces a otras personas y luces diferentes, para enriquecer y aportar en otras iniciativas.

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