Patricio Koronios [Chile]
Existen esos lugares comunes que por “sí mismos” cobran existencia, generando territorios con derroteros islas, pero que integrados a las miradas infantiles (utopías) se pueden erigir como lugares extraordinarios e iconográficos, llenos de símbolos y asociatividades, con narrativas propias.
No recuerdo que edad tendría, pero era bien chico, párvulo -desde la mirada de mi entorno- lo más probable que se tratara de un pergenio, algo poco más, que un pequeño cuerpo al vaivén de unos balbuceantes pasos. Con hermana aún menor, esperábamos ansiosos la salida dominical… es que era increíble, llena de aventuras en el fascinante mundo que incluía los barrios aledaños a la reciente Remodelación San Borja y Barrio Lastarria; enfilados al Parque Forestal, el primer destino era la “Plaza del Cohete”, instalada en el costado del primer y mágico imposible… El “Castillo Forestal”, una señorial casona emplazada frente al Museo de Bellas Artes que por disparatado que parezca, albergaba la sala de máquinas que posibilitaban la elevación y drenaje de las aguas del río Mapocho, hacia la olvidada y mítica “Laguna del Parque”. Con las manos y cara bañadas en empalagosos restos de las manzanas bañadas en caramelo o de los pomposos algodones de azúcar, caminábamos por los sinuosos senderos del parque, en los que resaltaban esos pequeños puentes de cemento que cruzaban los caminos, que de no saber de la pretérita existencia de la laguna, no poseían sentido alguno, pues comunicaban, nada más, que el mismo camino… era como si un imposible demiurgo, o febril arquitecto tratara de unir dos partes que siempre estuvieron juntas, la del pasado poblado de infantiles utopías y del presente, lleno de los sueños insatisfechos de una nación que clama por la merecida “Dignidad”… y es que al final del Parque Forestal y llegando a su extremo oriente se encuentra la “Fuente Alemana” una barcaza de metal impresionante.
"En ese mismo espacio, pasando poco más de un siglo después, cientos de miles, en algún momento millones de nosotros, nos reunimos desde el 18 de Octubre de 2019" ...
Unos pasos más al oriente, se alza uno de los más singulares monumentos de nuestra nación. Con él, la colonia italiana residente representó su agradecimiento en la conmemoración del centenario de la independencia. Tiene un nombre decidor: “Monumento al Genio de la Libertad” pero el pueblo la conoce como el “Ángel y el León”, siendo el ángel una alegoría de la libertad de la joven nación y el león el pueblo italiano que la cuida.
Fue tan impactante su instalación, que el lugar -el topos- tomo el nombre de “Plaza Italia” y marcó el punto divisorio de la ciudad, hacia arriba o hacia abajo siendo el indicador del estatus social durante muchos años, en la ciudad capital de Chile. El crecimiento de la ciudad ya no permite que la segregación social sea vinculada a dicho espacio, es más, a contrario sensu, se convirtió en un lugar icónico, de cuanta convocatoria secular y popular exista, de manifestaciones de cada triunfo y alegría masiva.
En ese mismo espacio, pasando poco más de un siglo después, cientos de miles, en algún momento millones de nosotros, nos reunimos desde el 18 de Octubre de 2019, ancianos, jóvenes, estudiantes, trabajadores, artistas, profesionales, desempleados y por cierto una miríada de jóvenes que “Pateaban Piedras”; toda la heterogénea sociedad chilena se representó en cada marcha, reunidos con una sola voz que a coro dijo “basta” siempre resguardados por el genio de la libertad que -no solo- cuida las utopías infantiles, sino que ahora nos protege, pues tiene su mirada clavada en el futuro, el tuyo, el mío y el nuestro, el de toda una nación que clama por demandas sociales insatisfechas.
Patricio Koronios Santiago; Julio de 2020; Santiago de Chile